Daniel Arjona Madrid
Madrid
Cuando una joven aspirante a escritora se presentó la primavera de 1976 en el 340 de Riverside Drive para ayudar a una convaleciente Susan Sontag a ordenar su correspondencia, no podía imaginar los derroteros que tomaría aquel modesto empleo temporal. La estrella de la intelectualidad de izquierdas neoyorquina acababa de sobrevivir contra todo pronóstico a un cáncer muy agresivo y a una mastectomía radical y centenares de cartas de apoyo llegadas de todo el mundo inundaban su apartamento.
La ayudante se convertiría en pupila de Sontag, iniciaría una relación con su enmadrado hijo David y se mudaría a vivir con ellos para formar un peculiar trío literario cuya convivencia entre ríos de cigarrillos y anfetaminas pronto estuvo en boca de todos. Se llamaba Sigrid Nunez y es la autora de la novela en la que se basa la nueva película de Pedro Almodóvar, cargada de pistas ocultas y solapadas ironías sobre aquellos años.
El público del Festival de Venecia recibió este lunes con nada menos que 17 minutos y medio de aplausos cerrados el estreno de La habitación de al lado, el primer film rodado en inglés por el director manchego y protagonizada por Tilda Swinton y Julianne Moore.
El filme adapta Cuál es tu tormento, de Sigrid Nunez, la sorprendente nueva estrella de la literatura estadounidense de muy tardía fama: fue ya rondando los 70 años de edad cuando la concesión en 2018 del National Book Award a su novela anterior, El amigo, multiplicó exponencialmente el número de sus lectores. "Pasé de estar traducida de siete lenguas a 30", confesaba en una entrevista en Vogue.
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- Redacción: LUIS MARTÍNEZ Venecia
- Redacción: L. MARTÍNEZ Venecia
La historia que adapta la película dispone un mecanismo tan sencillo como eficaz que alterna el drama y el humor negro. Una escritora, claro trasunto de Nunez, aterriza en la Gran Manzana para visitar a una amiga con un cáncer terminal y una nefasta relación con su hija y decide mudarse con ella con el fin de acompañarla en sus últimos días y, tal vez, de ayudarla a morir.
¿Cuánto hay aquí de confesional y cuánto de invención? Literatura, cáncer y un personaje, la expareja de la protagonista, descrito como un patético intelectual que anuncia en artículos y conferencias el inminente apocalipsis provocado por el cambio climático. Personaje que se asemeja mucho al hoy ensayista y célebre pesimista David Rieff, el hijo de Sontag y novio de Sigrid Nunez durante el tiempo en los 70 en que los tres vivieron juntos.
"Fue muy mala idea compartir los tres el mismo hogar", confesó la propia Nunez en el relato de aquellos años publicado en 2012 con el título de Siempre Susan (Errata Naturae). El cáncer había destruido física y emocionalmente a Sontag quien acababa además de romper con la mujer que había sido su pareja. "Siempre había odiado vivir sola, pero ahora estaba francamente aterrorizada, y dejó claro que se sentiría devastada si David se mudara".
Según la polémica biografía de Benjamin Moser que se alzó con el Pulitzer en 2020 (Susan Sontag. Vida y obra, Anagrama), madre e hijo de 25 años arrastraban una relación enfermiza. Por una parte, la liberal Sontag se ufanaba de la despreocupación que mostraba por su vástago, al que deseaba una crianza en completa libertad. Por otra parte, no podría evitar ejercer en la práctica como sobreprotectora y tiránica progenitora judía que no facilitaba precisamente las cosas a la novia de su hijo.
Los resultados no fueron óptimos. David se despeñó por la pendiente de la adicción a las drogas y, cuando la relación con Nuñez concluyó abruptamente, del trastorno psiquiátrico. Años después, ya recuperado y convertido en un famoso y agorero pensador, el retoño pesimista contaría a su vez en el sobrecogedor Un mar de muerte los últimos días de la siempre optimista Susan Sontag la segunda vez que el cáncer la visitó en 2004, esta vez sin brindar prórroga alguna.
La joven Sigid Nunez, tapada aspirante al trono intelectual de Sontag, observó mientras urdió con su novio y su suegra un singular tridente emocional y literario los más sórdidos detalles de aquel vínculo obsesivo que rallaba en lo incestuoso mientras lo registraba todo.
Los destellos de aquellos dorados años finales de la progresía americana brillan con paródicos colores en la adaptación de Almodóvar que aspira a llevarse el Leon de la Mostra este fin de semana.